jueves, 2 de agosto de 2012

Segundo día


Hoy he vuelto a ir a correr a las seis de la mañana. Es impresionante lo poco que me está costando levantarme para ir a correr y lo mucho que me ha costado estos últimos meses levantarme para ir a trabajar. Mi experiencia de ayer ha sido que no solamente no me notaba más cansada por la noche, sino que todo el día tuve más fuerza y estuve más despejada. Incluso psicológicamente me he sentido mucho mejor, no solamente porque el deporte despeja la mente, sino por la sensación durante el día de haber cumplido ya por la mañana con mi ejercicio diario.
Es curiosa la gente que uno se encuentra a esas horas. Ayer por ejemplo, cuando salí de casa y llegué al muro (el paseo marítimo de mi ciudad, Gijón) lo encontré completamente desierto en principio. Sólo un grupo de basureros campaban a sus anchas por la playa poniéndola a punto para una nueva jornada veraniega. Me hizo gracia que un señor mayor les daba palique desde la barandilla. En mi mente era un jubilado de la empresa basurera que, acostumbrado a madrugar toda su vida y echando de menos los buenos tiempos, iba de madrugada a "controlar" y a comentar la jugada con los que aún se encontraban en activo. Puede que esta imagen no esté muy lejos de la realidad por el fragmento de conversación que oí cuando pasé corriendo a su lado.
Después de este encuentro ayer sólo vi pescadores en mi camino de ida. A la vuelta sin embargo, la ciudad empezaba a despertar y ya fui encontrando a los primeros madrugadores paseando al perro o yendo a sus trabajos.
Hoy ha sido completamente distinto. Ya cuando me aproximaba al muro he visto que había bastante gente, incluso gente corriendo. Según iba avanzando iba encontrando grupos de jubilados haciendo la ruta del colesterol matutina y a un montón de gente joven que parecía venir de alguna fiesta, todos con un look bastante rockero.
Llegué a la mitad de mi recorrido (la "lloca", que se puede ver en la fotografía) y cuando di la vuelta, ya cerca de la ciudad, me encontré con un ambiente similar al que se podría encontrar en un mes otoñal a las cuatro de la tarde. Realmente impresionante, la ciudad madruga más de lo que esperaba.
Tengo una paranoia con los pescadores. Cuando paso por detrás suyo siempre voy más rápido porque cuando era pequeña una vez me contaron que ocurría si se te enganchaba un anzuelo en la piel. Desde entonces siempre tengo miedo a que tiren hacia atrás su caña y me enganchen. He estado pensando que si por el paseo pusieran un pescador cada 50 m haría un tiempo excelente.
De momento estoy corriendo poca distancia. Lo importante es correr y desentumecer. Pronto estaré lista para empezar a marcarme objetivos mayores.

1 comentario:

  1. Yo no puedo correr a la mañana, soy mas de la tarde! :-)
    Me gusta mucho leerte!

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